Julio de 2007 en Tokyo.
No hay un día que no recuerde Japón... Es a la conclusión que he llegado cuando hablando con la gente a mi alrededor siempre sale algún tema, alguna anécdota que me hace recordar esto o aquello.
A pesar de que me gustaría hablar de cómo se siente una persona al volver y reencontrarse con la realidad española, creo que no es el momento ni el espacio para hacerlo. Así que hoy me limitaré a hablar de lo que me evoca esta foto.
En Japón estuve trabajando y estudiando a la vez, hacía muchas cosas y siempre estaba al final del día derrotada, pero con una sonrisa imborrable en los labios. Estaba viviendo como yo quería, dónde yo quería y haciendo lo que siempre había soñado. Era precísamente eso... un sueño, pero real...
Una de las cosas que me gustaba hacer en mis días libres, y que hice desde el 2º día de mi estancia allí, era coger el plano de metro, cerrar los ojos, y con mi dedo, elegir al azar una estación o, en el caso de fallar atinando, una zona. Normalmente lo hacía después de comer, así que ya vestida, lo único que me hacía falta era coger el bolso, meter el monedero, las llaves, cerrar la puerta, bajar al piso de abajo, descalzarme, ponerme los zapatos, y sin más preámbulos, irme. Sí, sola...
Me gustaba hacer esos pequeños viajes sola.
A veces pensaba que sería estupendo ir acompañada de otros amigos, pero me daba cuenta de que, para empezar, nadie tenía esa costumbre. Lisa (de Canada) se pasaba los días libres haciendo una de dos, o viendo la tele en su habitación, o cocinando cosas cuando no estaba con Shinja, su novio. Hinako (Taiwan) normalmente estaba trabajando, a Akemi (Taiwan) casi no le veíamos el pelo y a Peng Peng (Malasia) no le sobraba el dinero, y no podía normalmente gastar de más en viajes... El resto de la gente de mi casa, o estaba trabajando, o quería pasar su día libre relajádamente en casa, o no se les veía por la casa... Así que lo mío era más bien un: "mejor voy yo, que yo he venido a conocer, no a quedarme en casa, y además, viajando sola veo lo que quiero cuando quiero".
Digo que adoro viajar sola y es cierto. La sensación que me daba viajar sola era indescriptible. Llegaba a la estación tras 20 minutos andando. A veces pasaba por los konbini que tenía por el camino para comprar alguna bebida, aunque eso dependía en función de la hora a la que hubiese salido, porque si llegaba tarde a coger el tren rápido (KYUUKOU), solía coger la bebida en alguna jidouhanbaiki (máquinas expendedoras) que inundan la ciudad. Tras llegar a la estación, miraba el mapa de arriba a la izquierda, y calculaba cuánto costaba llegar hasta la estación de mi destino, metía dinero en mi PASMO (Tarjeta prepago con la cual puedes entrar a todas las estaciones de tren y metro de Japón), y entraba a la estación.
Allí hacía "people watching" o lo que es lo mismo, observaba a la gente a mi alardedor. Había todo tipo de gente. Parejitas, gente que estaba por allí por negocios, chicas jóvenes que se dirigían muy seguramente a alguno de los bárrios de moda (Shibuya, Harajuku), niños pequeños que volvían de sus actividades extraescolares, gente de instituto que volvía de sus entrenamientos con su club... o algún extranjero que mirando una guía de viajes buscaba su destino, normalmente acompañado de otro u otros de misma o distinta nacionalidad.
Mientras observaba a la gente y aprendía de ella, llegaba mi tren, y entonces me metía en él. Casi siempre con mi inseparable música puesta, o en su defecto escuchando el sonidito del tren y el pasar de las estaciones, bien anunciadas en japonés cortés por la megafonía. Cuando llegábamos a la región de Tokyo, los anuncios ya empezaban a ser en inglés después de los japoneses, y ya empezaba a pensar yo en cuál sería mi trasbordo.
¡Cuánto habré pensado en aquellas horas que me pasaba en los viajes! Realmente pensaba en todo tipo de cosas... Aunque también es cierto que a veces ni pensaba, y símplemente me relajaba después de la semana.
Este día en cuestión, fue uno de los primeros de Julio... Mis pensamientos por aquel entonces eran sobre mi regreso.
No, no quería volver.
Al llegar en septiembre de 2006, viví relatívamente tranquila hasta el 31 de diciembre de 2006, porque pensaba: "bueno, todavía estamos en 2006, todavía no tengo que regresar", pero una vez llegó 2007, nuestro momento de regresar empezaba a estar terríblemente cerca, y los meses, no exagero si digo que se me hacían semanas. Sin darme cuenta había llegado Julio, ¡sólo me quedaba poco más de un mes y medio! Y tenía miedo, mucho miedo. Por las noches tenía pesadillas con mi vuelta (no, no es broma). Había cambiado tantísimo allí, todo mi ser se había convertido en uno totalmente nuevo, uno que sin duda yo había estado buscando desde hacía tiempo, y justo lo había encontrado allí.
Volver significaba frenar mi ritmo de aprendizaje continuo, significaba encontrarme con una realidad dura, una realidad que sabía que iba a volver a encadenarme. De vivir en la ciudad de mis sueños, tendría que volver a la triste ciudad que me vio nacer, o lo que es peor, al triste pueblo donde mis padres vivían. Mi mente se había expandido tanto que no concebía el simple hecho de volver a un lugar tan pequeño con tan pocas cosas que ofrecerme... Era una pesadilla constante. En España sabía que sólo me iba a encontrar problemas, ataduras, incomprensión, inactividad. Tenía además cierta incertidumbre por cómo se tomarían mis amigos y familia el cambio que había experimentado. Yo no era la misma, había crecido mucho más que ellos y mis expectativas y lo que buscaba en la vida ya no eran los mismos, y eran totalmente incompatibles con ellos. Era consciente además, que parte de mi familia de pura envidia, iba a hacerme el vacío, y la otra parte, iba a tratar de poner las cadenas que no pudieron ponerme antes para que no me fuese, y que ahora tendrían precísamente ese mismo cometido.
El hecho de que todos mis compañeros en Japón y yo nos sintiésemos igual, me tranquilizaba en cierta manera, porque a veces había pensado que era una persona horrible y desarraigada. Aún a día de hoy me sorprendo al pensar que no echaba de menos a nadie allí. Quizá fuese por el hecho de que sabía que mi sueño duraba un año... sí, pero también podía ser que en España me sintiese tan presionada, que el hecho de haberme soltado de esas cadenas, me hacía no querer volver para no encontrarme con mis carceleros. También creo que el hecho de que nunca haya vivido más de 7 años en una ciudad, me ha hecho ser una persona que está acostumbrada a no depender de absolutamente ningún amigo o persona cercana, y además, la gente me lo ha hecho pasar tan mal a veces, que nunca me he he querido volver a atar a nadie...
Sí, iba pensando en esto, según viajaba aquel día... Esta evolución de pensamientos es la que estaba realizando al tiempo que Tokyo estaba ahí ante de mi, escuchándome... con sus muros de hormigón entre templos y zonas verdes...
Mis pensamientos fueron interrumpidos en ese instante porque había llegado a la estación de destino. Salí del tren después de unos cuantos trasbordos en los que ni me había fijado en dónde estaba, y lo primero que me sorprendió fue el poco gentío que había allí comparado con el de las zonas en las que yo estaba.
Lo cierto es que yo ese día había seleccionado una zona de mar, porque siempre que estaba algo deprimida, o tenía que en pensar, iba hacia el mar, ya fuese a mi favorito en Yokohama, o al de ese día, desconocido en una zona de Tokyo que no había visitado antes. Es cierto que ya había estado antes cerca de donde estaba este día, por una zona conocidísima llamada ODAIBA, y había cogido una línea carísima llamada YURIKAMOME para llegar allí (carísima pero preciosa por cierto). Pero este día, quería ahorrar algo, y fui con la general de JR. Ni recuerdo el nombre de la estación. El caso es que bajé, y empecé a oír como si la estación estuviese metida en el mar. Salí fuera, y efectívamente era una estación semi-sumergida, y una zona totamente nueva. Sin mirar alrededor, y queriendo dar la sensación a todo el mundo que sabía por dónde iba, seguí a unos cuantos viandantes, hacia ese puente que véis en la foto de arriba, y me impactó. Fue una total iluminación para mi. A mi izquierda un pequeño puerto con unos cuantos barcos y una zona de pesca controlada. A mi derecha el mar abierto, y de frente torres de pisos sobre el pólder de Tokyo... Pero esas torres estaban tan separadas entre sí, que podía ver perfectamente el cielo encapotado entre ellas. Recuerdo que entonces pensé:
"¿Qué estás haciendo? ¡Disfruta! Sí, tienes que regresar, pero aún estás aquí, y además, aunque volver signifique estar solo como esas torres, el cielo se despejará un día y... volverás. Prométete que volverás y cumple esa promesa"
Con una sonrisa en los labios y convencida de que tenía que disfrutar, me di una vuelta por la zona. Encontré un parquecito bastante simpático, y recuerdo que había mucha gente paseando por una especie de paseo marítimo que no conducía a ninguna parte. Me di la vuelta cuando miré el reloj y pensé la hora que era, y además, porque no había realmente mucho que ver en esa zona, y en poco tiempo volví a estar en en tren de vuelta. Por el camino, no recuerdo muy bien, pero creo que compré un obentou de inarizushi y sushi, y al llegar a casa lo comí con esa sonrisa imborrable de mi rostro frente al televisor, y contándole a mis compañeros lo que había hecho. Aunque después la conversación desvarió, y estuvimos riéndonos de temas varios y tratando otros de manera más seria... Como siempre, volví a aprender de toda esa gente como cada día...
Y bueno, esta es mi historia de hoy... Ahora sabéis un poquito más de mi viaje ¿verdad?.
Las otras dos fotos que os he puesto, son de lugares que os he mencionado arriba ^^.
Una pequeña aclaración para todos los lectores que quieran usar mi material en sus libros, investigaciones, reseñas u/o artículos
Los que me conocen lo saben perféctamente: Me encanta que a la gente le pueda parecer útil la información que doy en absolutamente todas partes, y dejo que todo el mundo use mis traducciones, y demás para lo que sea, siempre y cuando ponga una pequeña señal de que el contenido/imagen no es suyo y de dónde lo sacó...
Sin embargo, ayer me encontré unas fotos mías de Japón que tengo repartidas posteadas en Internet en mi Facebook, mi MySpace y demás, en manos de otra persona afirmando que son suyas... Y además, copiando íntegramente mis tutoriales diciendo que también los escribió él. (No voy a dar nombres porque ya me he puesto en contacto con el susodicho...).
El caso es que ese tipo de cosas no solo me fastidian, sino que me enfadan. Yo soy PRO propagar cualquier información o servicio por todas partes y de manera gratuita, ya sea mía o del vecino. Me gusta que no haya mercantilismo en la información y por ello, ofrezco mis tutoriales, mis fotos y absolutamente todo lo que hago a todo el mundo que quiera usarlo. Siempre y cuando se conceda el crédito correspondiente.
Añado además, que Blogger está protegido bajo las leyes del copyleft, es decir, es información libre, pero todo el mundo DEBE CITAR después de usarla, de dónde la encontró y de quién...
No me voy a meter en jaleos de tribunales ni demás nunca con nadie que use esto sin mi permiso y sin crédito. Eso sí, dejaré de hacer tutoriales y de poner mis fotos y de contar mis experiencias aquí, si vuelvo a encontrarme esta información sin citar en otro lugar...
Disculpadme todos mis queridos lectores por este comentario final, vosotros no tenéis la culpa ._. Sin embargo necesitaba decirlo para que quedase claro, y por si acaso me vuelvo a encontrar algo por ahí y decido entonces dejar de hacer este tipo de entradas.
Me gustaría decir además, que no es que yo piense que mis fotos o mis entradas son lo mejor del mundo... No, al contrario, me parece que soy una fotógrafa pésima, y que esta información la podría dar mejor cualquiera... Sin embargo, lo poco que hago, y creo que lo poco que haga todo el mundo, creo que merece un respeto y una consideración... Si te gusta algo y quieres parafrasearlo o directamente quieres copy-pastearlo en tu blog, en un artículo de una revista, o lo que sea, hazlo, ¡no hay problema! pero tras hacerlo, pon debajo, aunque sea en una nota chiquinina a pié de página, quién lo escribió y dónde lo encontraste. Así tú estarás contento, y el autor, también ^^.
Nada más por el momento... ¡pronto otro tutorial con las respuestas a otras preguntitas que me han ido haciendo! ^_^
Un besote a todos *o*
No hay un día que no recuerde Japón... Es a la conclusión que he llegado cuando hablando con la gente a mi alrededor siempre sale algún tema, alguna anécdota que me hace recordar esto o aquello.
A pesar de que me gustaría hablar de cómo se siente una persona al volver y reencontrarse con la realidad española, creo que no es el momento ni el espacio para hacerlo. Así que hoy me limitaré a hablar de lo que me evoca esta foto.
En Japón estuve trabajando y estudiando a la vez, hacía muchas cosas y siempre estaba al final del día derrotada, pero con una sonrisa imborrable en los labios. Estaba viviendo como yo quería, dónde yo quería y haciendo lo que siempre había soñado. Era precísamente eso... un sueño, pero real...
Una de las cosas que me gustaba hacer en mis días libres, y que hice desde el 2º día de mi estancia allí, era coger el plano de metro, cerrar los ojos, y con mi dedo, elegir al azar una estación o, en el caso de fallar atinando, una zona. Normalmente lo hacía después de comer, así que ya vestida, lo único que me hacía falta era coger el bolso, meter el monedero, las llaves, cerrar la puerta, bajar al piso de abajo, descalzarme, ponerme los zapatos, y sin más preámbulos, irme. Sí, sola...
Me gustaba hacer esos pequeños viajes sola.
A veces pensaba que sería estupendo ir acompañada de otros amigos, pero me daba cuenta de que, para empezar, nadie tenía esa costumbre. Lisa (de Canada) se pasaba los días libres haciendo una de dos, o viendo la tele en su habitación, o cocinando cosas cuando no estaba con Shinja, su novio. Hinako (Taiwan) normalmente estaba trabajando, a Akemi (Taiwan) casi no le veíamos el pelo y a Peng Peng (Malasia) no le sobraba el dinero, y no podía normalmente gastar de más en viajes... El resto de la gente de mi casa, o estaba trabajando, o quería pasar su día libre relajádamente en casa, o no se les veía por la casa... Así que lo mío era más bien un: "mejor voy yo, que yo he venido a conocer, no a quedarme en casa, y además, viajando sola veo lo que quiero cuando quiero".
Digo que adoro viajar sola y es cierto. La sensación que me daba viajar sola era indescriptible. Llegaba a la estación tras 20 minutos andando. A veces pasaba por los konbini que tenía por el camino para comprar alguna bebida, aunque eso dependía en función de la hora a la que hubiese salido, porque si llegaba tarde a coger el tren rápido (KYUUKOU), solía coger la bebida en alguna jidouhanbaiki (máquinas expendedoras) que inundan la ciudad. Tras llegar a la estación, miraba el mapa de arriba a la izquierda, y calculaba cuánto costaba llegar hasta la estación de mi destino, metía dinero en mi PASMO (Tarjeta prepago con la cual puedes entrar a todas las estaciones de tren y metro de Japón), y entraba a la estación.
Allí hacía "people watching" o lo que es lo mismo, observaba a la gente a mi alardedor. Había todo tipo de gente. Parejitas, gente que estaba por allí por negocios, chicas jóvenes que se dirigían muy seguramente a alguno de los bárrios de moda (Shibuya, Harajuku), niños pequeños que volvían de sus actividades extraescolares, gente de instituto que volvía de sus entrenamientos con su club... o algún extranjero que mirando una guía de viajes buscaba su destino, normalmente acompañado de otro u otros de misma o distinta nacionalidad.
Mientras observaba a la gente y aprendía de ella, llegaba mi tren, y entonces me metía en él. Casi siempre con mi inseparable música puesta, o en su defecto escuchando el sonidito del tren y el pasar de las estaciones, bien anunciadas en japonés cortés por la megafonía. Cuando llegábamos a la región de Tokyo, los anuncios ya empezaban a ser en inglés después de los japoneses, y ya empezaba a pensar yo en cuál sería mi trasbordo.
¡Cuánto habré pensado en aquellas horas que me pasaba en los viajes! Realmente pensaba en todo tipo de cosas... Aunque también es cierto que a veces ni pensaba, y símplemente me relajaba después de la semana.
Este día en cuestión, fue uno de los primeros de Julio... Mis pensamientos por aquel entonces eran sobre mi regreso.
No, no quería volver.
Al llegar en septiembre de 2006, viví relatívamente tranquila hasta el 31 de diciembre de 2006, porque pensaba: "bueno, todavía estamos en 2006, todavía no tengo que regresar", pero una vez llegó 2007, nuestro momento de regresar empezaba a estar terríblemente cerca, y los meses, no exagero si digo que se me hacían semanas. Sin darme cuenta había llegado Julio, ¡sólo me quedaba poco más de un mes y medio! Y tenía miedo, mucho miedo. Por las noches tenía pesadillas con mi vuelta (no, no es broma). Había cambiado tantísimo allí, todo mi ser se había convertido en uno totalmente nuevo, uno que sin duda yo había estado buscando desde hacía tiempo, y justo lo había encontrado allí.
Volver significaba frenar mi ritmo de aprendizaje continuo, significaba encontrarme con una realidad dura, una realidad que sabía que iba a volver a encadenarme. De vivir en la ciudad de mis sueños, tendría que volver a la triste ciudad que me vio nacer, o lo que es peor, al triste pueblo donde mis padres vivían. Mi mente se había expandido tanto que no concebía el simple hecho de volver a un lugar tan pequeño con tan pocas cosas que ofrecerme... Era una pesadilla constante. En España sabía que sólo me iba a encontrar problemas, ataduras, incomprensión, inactividad. Tenía además cierta incertidumbre por cómo se tomarían mis amigos y familia el cambio que había experimentado. Yo no era la misma, había crecido mucho más que ellos y mis expectativas y lo que buscaba en la vida ya no eran los mismos, y eran totalmente incompatibles con ellos. Era consciente además, que parte de mi familia de pura envidia, iba a hacerme el vacío, y la otra parte, iba a tratar de poner las cadenas que no pudieron ponerme antes para que no me fuese, y que ahora tendrían precísamente ese mismo cometido.
El hecho de que todos mis compañeros en Japón y yo nos sintiésemos igual, me tranquilizaba en cierta manera, porque a veces había pensado que era una persona horrible y desarraigada. Aún a día de hoy me sorprendo al pensar que no echaba de menos a nadie allí. Quizá fuese por el hecho de que sabía que mi sueño duraba un año... sí, pero también podía ser que en España me sintiese tan presionada, que el hecho de haberme soltado de esas cadenas, me hacía no querer volver para no encontrarme con mis carceleros. También creo que el hecho de que nunca haya vivido más de 7 años en una ciudad, me ha hecho ser una persona que está acostumbrada a no depender de absolutamente ningún amigo o persona cercana, y además, la gente me lo ha hecho pasar tan mal a veces, que nunca me he he querido volver a atar a nadie...
Sí, iba pensando en esto, según viajaba aquel día... Esta evolución de pensamientos es la que estaba realizando al tiempo que Tokyo estaba ahí ante de mi, escuchándome... con sus muros de hormigón entre templos y zonas verdes...
Mis pensamientos fueron interrumpidos en ese instante porque había llegado a la estación de destino. Salí del tren después de unos cuantos trasbordos en los que ni me había fijado en dónde estaba, y lo primero que me sorprendió fue el poco gentío que había allí comparado con el de las zonas en las que yo estaba.
Lo cierto es que yo ese día había seleccionado una zona de mar, porque siempre que estaba algo deprimida, o tenía que en pensar, iba hacia el mar, ya fuese a mi favorito en Yokohama, o al de ese día, desconocido en una zona de Tokyo que no había visitado antes. Es cierto que ya había estado antes cerca de donde estaba este día, por una zona conocidísima llamada ODAIBA, y había cogido una línea carísima llamada YURIKAMOME para llegar allí (carísima pero preciosa por cierto). Pero este día, quería ahorrar algo, y fui con la general de JR. Ni recuerdo el nombre de la estación. El caso es que bajé, y empecé a oír como si la estación estuviese metida en el mar. Salí fuera, y efectívamente era una estación semi-sumergida, y una zona totamente nueva. Sin mirar alrededor, y queriendo dar la sensación a todo el mundo que sabía por dónde iba, seguí a unos cuantos viandantes, hacia ese puente que véis en la foto de arriba, y me impactó. Fue una total iluminación para mi. A mi izquierda un pequeño puerto con unos cuantos barcos y una zona de pesca controlada. A mi derecha el mar abierto, y de frente torres de pisos sobre el pólder de Tokyo... Pero esas torres estaban tan separadas entre sí, que podía ver perfectamente el cielo encapotado entre ellas. Recuerdo que entonces pensé:
"¿Qué estás haciendo? ¡Disfruta! Sí, tienes que regresar, pero aún estás aquí, y además, aunque volver signifique estar solo como esas torres, el cielo se despejará un día y... volverás. Prométete que volverás y cumple esa promesa"
Con una sonrisa en los labios y convencida de que tenía que disfrutar, me di una vuelta por la zona. Encontré un parquecito bastante simpático, y recuerdo que había mucha gente paseando por una especie de paseo marítimo que no conducía a ninguna parte. Me di la vuelta cuando miré el reloj y pensé la hora que era, y además, porque no había realmente mucho que ver en esa zona, y en poco tiempo volví a estar en en tren de vuelta. Por el camino, no recuerdo muy bien, pero creo que compré un obentou de inarizushi y sushi, y al llegar a casa lo comí con esa sonrisa imborrable de mi rostro frente al televisor, y contándole a mis compañeros lo que había hecho. Aunque después la conversación desvarió, y estuvimos riéndonos de temas varios y tratando otros de manera más seria... Como siempre, volví a aprender de toda esa gente como cada día...
Y bueno, esta es mi historia de hoy... Ahora sabéis un poquito más de mi viaje ¿verdad?.
Las otras dos fotos que os he puesto, son de lugares que os he mencionado arriba ^^.
Una pequeña aclaración para todos los lectores que quieran usar mi material en sus libros, investigaciones, reseñas u/o artículos
Los que me conocen lo saben perféctamente: Me encanta que a la gente le pueda parecer útil la información que doy en absolutamente todas partes, y dejo que todo el mundo use mis traducciones, y demás para lo que sea, siempre y cuando ponga una pequeña señal de que el contenido/imagen no es suyo y de dónde lo sacó...
Sin embargo, ayer me encontré unas fotos mías de Japón que tengo repartidas posteadas en Internet en mi Facebook, mi MySpace y demás, en manos de otra persona afirmando que son suyas... Y además, copiando íntegramente mis tutoriales diciendo que también los escribió él. (No voy a dar nombres porque ya me he puesto en contacto con el susodicho...).
El caso es que ese tipo de cosas no solo me fastidian, sino que me enfadan. Yo soy PRO propagar cualquier información o servicio por todas partes y de manera gratuita, ya sea mía o del vecino. Me gusta que no haya mercantilismo en la información y por ello, ofrezco mis tutoriales, mis fotos y absolutamente todo lo que hago a todo el mundo que quiera usarlo. Siempre y cuando se conceda el crédito correspondiente.
Añado además, que Blogger está protegido bajo las leyes del copyleft, es decir, es información libre, pero todo el mundo DEBE CITAR después de usarla, de dónde la encontró y de quién...
No me voy a meter en jaleos de tribunales ni demás nunca con nadie que use esto sin mi permiso y sin crédito. Eso sí, dejaré de hacer tutoriales y de poner mis fotos y de contar mis experiencias aquí, si vuelvo a encontrarme esta información sin citar en otro lugar...
Disculpadme todos mis queridos lectores por este comentario final, vosotros no tenéis la culpa ._. Sin embargo necesitaba decirlo para que quedase claro, y por si acaso me vuelvo a encontrar algo por ahí y decido entonces dejar de hacer este tipo de entradas.
Me gustaría decir además, que no es que yo piense que mis fotos o mis entradas son lo mejor del mundo... No, al contrario, me parece que soy una fotógrafa pésima, y que esta información la podría dar mejor cualquiera... Sin embargo, lo poco que hago, y creo que lo poco que haga todo el mundo, creo que merece un respeto y una consideración... Si te gusta algo y quieres parafrasearlo o directamente quieres copy-pastearlo en tu blog, en un artículo de una revista, o lo que sea, hazlo, ¡no hay problema! pero tras hacerlo, pon debajo, aunque sea en una nota chiquinina a pié de página, quién lo escribió y dónde lo encontraste. Así tú estarás contento, y el autor, también ^^.
Nada más por el momento... ¡pronto otro tutorial con las respuestas a otras preguntitas que me han ido haciendo! ^_^
Un besote a todos *o*